jueves, 27 de septiembre de 2012




 TAREA PARA OCTUBRE 4
 1. MIRO DETENIDAMENTE LAS IMAGENES ANTERIORES.
2. LAS ORGANIZO SECUENCIALMENTE EN MI CUADERNO (LAS DIBUJAS)
3.INVENTO UNA HISTORIA CON ELLAS SIGUIENDO LA SECUENCIA Y EL ORDEN QUE LES DI.
4. TODO VA EN EL CUADERNO DE INFORMATICA..
NOTA........
POR FAVOR LEA BIEN  LA ACTIVIDAD ANTERIOR, Y TENGA EN CUENTA LO QUE SE LE ESTA PIDIENDO.....GRACIAS UN ABRAZO..CHICOS....BIEN LINDOS LOS  DIBUJOS...

 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Cuento de Graciela Montes: "SAPO VERDE"



Sapo verdePublicado originalmente en la colección Los cuentos del Chiribitil del Centro Editor de América Latina (Buenos Aires, 1978). Actualmente agotado. Reproducido en Imaginaria con autorización de la autora.Humberto estaba muy triste entre los yuyos del charco.
Ni ganas de saltar tenía. Y es que le habían contado que las mariposas del Jazmín de Enfrente andaban diciendo que él era sapo feúcho, feísimo y refeo.
—Feúcho puede ser —dijo, mirándose en el agua oscura—, pero tanto como refeo... Para mí que exageran... Los ojos un poquitito saltones, eso sí. La piel un poco gruesa, eso también. Pero ¡qué sonrisa!
Y después de mirarse un rato le comentó a una mosca curiosa pero prudente que andaba dándole vueltas sin acercarse demasiado:
—Lo que a mí me faltan son colores. ¿No te parece? Verde, verde, todo verde. Porque pensándolo bien, si tuviese colores sería igualito, igualito a las mariposas.
La mosca, por las dudas, no hizo ningún comentario.
Y Humberto se puso la boina y salió corriendo a buscar colores al Almacén de los Bichos.
Timoteo, uno de los ratones más atentos que se vieron nunca, lo recibió, como siempre, con muchas palabras:
— ¿Qué lo trae por aquí, Humberto? ¿Anda buscando fosforitos para cantar de noche? A propósito, tengo una boina a cuadros que le va a venir de perlas.
— Nada de eso, Timoteo. Ando necesitando colores.
— ¿Piensa pintar la casa?
— Usted ni se imagina, Timoteo, ni se imagina.
Y Humberto se llevó el azul, el amarillo, el colorado, el fucsia y el anaranjado. El verde no, porque ¿para qué puede querer más verde un sapo verde?
En cuanto llegó al charco se sacó la boina, se preparó un pincel con pastos secos y empezó: una pata azul, la otra anaranjada, una mancha amarilla en la cabeza, una estrellita colorada en el lomo, el buche fucsia. Cada tanto se echaba una ojeadita en el espejo del charco.
Cuando terminó tenía más colorinches que la más pintona de las mariposas. Y entonces sí que se puso contento el sapo Humberto: no le quedaba ni un cachito de verde. ¡Igualito a las mariposas!
Tan alegre estaba y tanto saltó que las mariposas del Jazmín lo vieron y se vinieron en bandada para el charco.
— Más que refeo. ¡Refeísimo! —dijo una de pintitas azules, tapándose los ojos con las patas.
— ¡Feón! ¡Contrafeo al resto! —terminó otra, sacudiendo las antenas con las carcajadas.
— Además de sapo, y feo, mal vestido —dijo una de negro, muy elegante.
— Lo único que falta es que quiera volar —se burló otra desde el aire.
¡Pobre Humberto! Y él que estaba tan contento con su corbatita fucsia.
Tanta vergüenza sintió que se tiró al charco para esconderse, y se quedó un rato largo en el fondo, mirando cómo el agua le borraba los colores.
Cuando salió todo verde, como siempre, todavía estaban las mariposas riéndose como locas.
— ¡Sa-po verde! ¡Sa-po verde!
La que no se le paraba en la cabeza le hacía cosquillas en las patas.
Pero en eso pasó una calandria, una calandria lindísima, linda con ganas, tan requetelinda, que las mariposas se callaron para mirarla revolotear entre los yuyos.
Al ver el charco bajó para tomar un poco de agua y peinarse las plumas con el pico, y lo vio a Humberto en la orilla, verde, tristón y solo. Entonces dijo en voz bien alta:
— ¡Qué sapo tan buen mozo! ¡Y qué bien le sienta el verde!
Humberto le dio las gracias con su sonrisa gigante de sapo y las mariposas del Jazmín perdieron los colores de pura vergüenza, y así anduvieron, caiduchas y transparentes, todo el verano.
De Graciela Montes


TAREA PROFE SANDRA  LILIANA

1. TE VAS A IMAGINAR UN SAPO A TU ESTILO, Y LO DIBUJAS EN TU CUADERNO DE INFORMATICA, NO OLVIDES DARLE CARACTERISTICAS A TU SAPITO...
2. ELABORO UN  ANALISIS DEL CUENTO ANTERIOR ( OCHO RENGLONES).
3. LEO EL ANALISIS DE MI COMPAÑERO CORRESPONDIENTE Y ELABORO UN RESUMEN DE LO ENTENDIDO DE ESTE.
  POR FAVOR LEAN PASO A PASO LO DEL BLOG Y LO DEL CUADERNO CHAO UN ABRAZOOOOO

martes, 11 de septiembre de 2012

EL PEQUEÑO PLANETA PERDIDO
Ziraldo (Escritor Brasilero)
Cierta vez enviaron a un hombre al Espacio en dirección a un planeta perdido.
Era un planeta tan distante pero tan distante que el combustible se terminó cuando el cohete por fin llegó a su destino. Y era un planeta pequeño ubicado en medio del espacio no se sabe en qué galaxia ni en qué constelación.

El astronauta caminó por todo el planeta y dio la vuelta al mundo en menos de ochenta pasos (es que el planeta no tenía ni río, ni mar ni montañas). Y viéndose tan solo el astronauta gritó: "¡Socorro!"

Y nadie sabe por qué nebulosa razón su voz recorrió de vuelta el camino de la astronave. Y en toda la Tierra de punta a punta se lo oyó gritar: “¿Dónde estoy? ¿Qué hago aquí? ¿Quién soy?”

Fue un susto general sin ninguna explicación: aquí, tan lejos, en la Tierra todo el mundo escuchaba lo que él decía solito allá en el espacio como si hubiera un potente servicio de altoparlantes (de parque de diversiones) con el micrófono instalado en el planeta del astronauta. Si él se ponía a llorar toda la Tierra lo oía (un fenómeno de frecuencia o, tal vez, de sintonía).

Y los científicos de la Tierra también se sintieron perdidos, todos estaban reunidos para hallar una solución: "¿Qué podemos hacer?". Traer al astronauta de vuelta no se podía, pero dejarlo morir de hambre tampoco quedaba bien.

Como las computadoras sabían – de memoria – la ruta de la astronave perdida, los científicos le mandaron de regalo al astronauta un cohete con mucha comida para el hambre de cada día.

Y todos aquí en la Tierra pudieron dormir de nuevo con el silencio de la noche. Sólo muy rara vez se despertaban un ratito con los ruidos que, desde el espacio, llegaban de vez en cuando. Pero volvían a dormirse tranquilos y contentos cuando inmediatamente oían la voz del astronauta que decía en un tono muy delicado: "¡Disculpen!" (porque era muy educado).

"¡Mándenle música!” habló con voz salvadora el dueño de una grabadora. “Manden discos, video-clips, cintas, cassetttes, canciones, manden radios, tocadiscos, grabadores, televisores.”

“Pero envíenle también un par de auriculares”, agregó enseguida un previsor. “¡Por si no nos llega a gustar su programación!"

Y mandaron un cohete colosal cargado de canciones (todas las canciones del mundo) con auriculares exclusivos adaptables al oído del solitario astronauta. Y una vez más se hizo un silencio total. Y todos pudieron continuar sin correr grandes peligros (oyendo sólo lo que querían los fabricantes de discos).

Un largo tiempo pasó hasta que un día, otra vez toda la Tierra se despertó al oír, desde muy lejos, cantada con voz nostálgica y sin acompañamiento una canción muy linda, tan linda que parecía tener todas las canciones del mundo en sus suaves acordes. Y la canción decía así:
Tan solo, tan solo
sin nadie...
El que parte
lleva el recuerdo
de alguien.
Y el recuerdo es cruel
cuando existe amor.
Siento un dolor en mi pecho
y evitarlo es imposible.
No puedo más.
Nadie tiene pena
de mi dolor.
Llorar, como yo lloré
nadie debe llorar.
¡Rosa, oh Rosa!
¿Cómo estás, Morena Rosa?
Con esa rosa en el cabello
y ese andar orgulloso.
¡Ay, qué nostalgia siento!
Todo el mundo quedó muy conmovido sin saber ya qué hacer para salvar al astronauta que se estaba muriendo de soledad y nostalgia. Entonces los científicos de la Oficina Espacial recibieron la visita de Rosa: "iYo soy la novia del astronauta!". Los ojitos preocupados del jefe de los científicos comenzaron a brillar y enseguida preguntó: "¿Usted sabe volar?"

Rosa, entonces, fue lanzada en un cohete color de rosa, muy bonita y arreglada, una astronauta tan linda como en el Espacio entero no se había visto todavía. Y mientras el cohete subía el jefe de los científicos le dijo a su asistente: "¿Cómo es que nuestras mentes no habían pensado en esto?" Y todo el mundo en la Tierra se puso a mirar el Espacio viendo al cohete subir con Rosa y el amor de Rosa. Esperando la llegada para oír lo que diría el astronauta al ver a su Rosa llegar así, de sorpresa.

Y entonces, la noche prevista, la Tierra entera despertó agitada y ansiosa oyendo al astronauta gritar el nombre de Rosa. “¡ROSA!”.

Hasta ese momento (vamos a decir: para siempre) nunca más se oyó al astronauta llorar, o gritar, o implorar, o vociferar, reclamar o maldecir. En el espacio hay, ahora, sólo estrellas y silencio. Pues como informó el personal de la Oficina Espacial: ”La sintonía o frecuencia del planeta perdido no permite oír susurros”.
1.       INVENTEN UN FINAL PARA ESTE CUENTO.
2.       ME VAN A INVESTIGAR QUIEN ES EL AUTOR DEL CUENTO….
Y LO PUBLICAN OK...............

 

miércoles, 5 de septiembre de 2012

QUERIDOS Y LINDOS NIÑOS, QUIERO INVITARLOS DE TODO CORAZÓN PARA SOCIALICEN CON ESTE SU BLOG, Y COMPARTAN LO BELLO DE LA LECTURA, RECUERDEN QUE LEER ES UNA PUESTA A OTROS MÁGICOS MUNDOS UN ABRAZOZOTOTOTE Y JUICIOSOS A LEER ESTOS MARAVILLOSOS LIBROS QUE LES DEJO.....CHAO



CUENTO DE LUIS MARIA PECCETI


Pablo, el que hacía caca en un establo, le dijo a Inés, la de la caca al revés, si quería jugar con él y con Rubén, que hacía caca en un tren. Inés estaba con Sofía, la que hacía caca todo el día, y le contestó que no. Pablo, el de la caca para el diablo, se enojó.
Justo pasaba por ahí, la maestra Teresa que hacía caca con frambuesa, y le dijo:

Pablo, el que hace caca cuando le hablo, no le digas así a Inés, la de la caca de pez. Mejor vete a jugar con Luis, el de la caca y el pis, o con Gustavo, el de la caca por centavo.
Pablo le contestó:
Señorita Teresa, que hace caca con destreza, lo que pasa es que ellas, las que hacen caca tan bella, nunca quieren jugar con nosotros, que hacemos caca con otros. Las invitamos y no quieren y a nuestra caca la hieren.
La maestra Teresa, que hacía caca en una mesa, miró con mucho cariño a Pablo, el que hacía caca en un vocablo, y le preguntó:
¡Ay tesoro, el que hace caca de loro! ¿No será que estás enamorado de ellas, que hacen caca con estrellas?
Justo llegaba Tomás, al que la cada das, y cuando oyó eso le dijo a la señorita, que hacia caca tan finita:
Es verdad maestra, la que la caca le cuesta, él está muy enamorado de Sofía, la de la caca en las vías…
Y Pablo, que no estaba enamorado sino muy enamoradísimo, se puso colorado de enojo y les contestó:
¡No es cierto! ¡Y tú, Tomás tomalosa, que hace la caca en Formosa, tú gustas de Inés, que hace una caca por vez!
¡Mentiroso! ¡Mira, Pablo pableta, que hace caca en bicicleta, mejor te callas!
La señorita Teresa, que tenía caca en la cabeza, los miró y les dijo:
Pablo Pablito, caca de pajarito, y Tomás Tomasito, caca de perrito, ustedes son amigos y no tienen que pelearse ni por la caca enojarse. Por ahora vayan a jugar entre ustedes, que ya va a llegar el día en que esas niñas, con la caca en trensiñas, los buscarán para jugar.
Pablo y Tomás, salieron corriendo abrazados, haciendo caca de parados, y se olvidaron de preguntar si trensiñas quiere decir algo o nada más lo inventó la señorita haciendo caca con palabritas

-------------------------------------------------------------OTRO CUENTICO LEANLO POR FAAA

Me diran infantil pero este post es un gran recuerdo de la niñez que lo disfruten




Las enemigas naturales de la Luna
—Perdón, Poc, ¿puedo hacerle una pregunta?
—Sí.
—¿A cuánto queda la Luna?
—¿De ahí donde está parado usted o de donde estoy yo?
—A ver, déjeme pensar.
—De donde estoy yo.
—¿Quiere saber en horas o en libras esterlinas?
—Bueno, había pensado en kilos, pero me da lo mismo.
—Yo calculo que a unos quince litros.
—¿Litros por segundo o por minuto?
—Por kilo, ¿por qué?
—Estaba tratando de calcular el tamaño en relación con el Sol.
—¿Por qué le preocupa eso?
—Si la Luna se cayera, quisiera estar seguro de que lo haría en dirección al Sol y no en dirección a mi .
—Podríamos pensar que es la Tierra la que se va a caer encima de la Luna.
—Perdón, no entiendo el vuelco de su razonamiento.
—Siendo la Tierra más grande que la Luna, la que saldrá lastimada será ella y no la Tierra.
—Sí, pero... ¿qué pasa si yo me caigo encima de la Luna? Al ser más pequeño, ¿no seré yo el más lastimado?
—En ese caso, sí. ¿Ha notado alguna tendencia a caerse hacia arriba?
—Bueno, no es exactamente eso, pero la semana pasada me cansaba al subir tres pisos por escalera... y, ayer, subí seis pisos como si nada.
—Caramba...
—Incluso llevaba una bolsa cargada de naranjas, quizás unos tres kilos.
—¿No serán las naranjas las causantes de su ingravidez... o las que lo vuelven para la Luna?
—No lo había pensado... déjeme ir por un par y hacemos un experimento (entra en su casa).
—(Regresa con dos naranjas.) Veamos, usted debe controlar. Primero saltaré sin ninguna naranja. ¿Quiere tenerlas, por favor?
—Prefiero no hacerlo hasta no estar seguro de que ellas no son las causantes.
—Lo comprendo. Las dejaré en el suelo (deja las naranjas).
—(Da un salto.) ¿Cómo estuvo?
—Normal, diría que un salto común y .
—De acuerdo, ahora veamos con una naranja (la toma).
—(Da otro salto.) ¿Y ahora?
—Bueno, no quiero asustarlo, pero casi le podría asegurar que fue un poco más alto.
—Qué terrible. Y yo, cargando naranjas como nada. Sigamos con la que falta (la toma).
—... (Da otro salto.)
—¡No puedo creerlo! Fue evidentemente más alto. Se confirma mi hipótesis.
—(Apoya una mano en el hombro del señor Poc.) Estimado amigo... le debo la vida, jamás hubiera sospechado que estaba siendo atraído por la Luna.
—¿Usted cree que a la Luna le gustan las naranjas?
—Quizás no le gusten, pero tiene poder sobre ellas.
—Tal vez las naranjas son a nosotros lo que los anzuelos a los peces.
—¡Qué horror! Si no hubiera sido por su oportuna intervención quién sabe, quizás en un par de meses, o días, ya estaría flotando, elevándome irremediablemente.
—No quiero alarmarlo, pero... ¿ha comido mucha naranja últimamente?
—Tiene razón. Sí, como postre, en jugo, en ensaladas de frutas, en mermelada, pato a la naranja, lomo de cerdo a la naranja... estoy en peligro.
—No desespere, debemos pensar algo. Tiene que haber alguna solución.
—¿Ponerme pesas en los pies? No, sería peor; por un lado, me atraería la Luna y por otro, me sostendrían las pesas. Moriría descuartizado.
—No, estaba pensando en otra cosa, debemos contrarrestar el efecto de las naranjas. Las naranjas, el color naranja en sí, usted sabe, está formado por...
—La combinación de rojo y amarillo
Que son colores cálidos, ¿cuál es el color frío opuesto?
—El azul.
—¡Perfecto! ¡Debe comer cosas azules!
—Nuevamente me sorprende, es brillante. Veamos, debo comer cosas azules, pero no cualquier cosa, sino frutas azules. Eso es, frutas azules... ¡Las uvas!
—Exacto. Las uvas son las enemigas naturales de la Luna.
—Por favor, acompáñeme al mercado a comprar naranj... perdón, quise decir uvas, fue un lapsus.
—No. Aún está bajo su poder y lo estará por un tiempo. Las naranjas lo tentarán de manera irresistible y sentirá que las uvas son feas o malintencionadas, sucias. Debe cuidarse.
—Tiene razón, le juro que comeré uvas aunque muera aplastado contra la Tierra.
—No, las uvas son buenas. Ellas nunca le harían eso. No permita que se filtren pensamientos negativos, ¿quiere flotar disparado hacia la Luna?
—Por supuesto que no.
—Entonces recuerde que las uvas son las enemigas naturales de la Luna. Dígalo.
—Las naranj... ¡Caramba! ¡De nuevo!
—¡Inténtelo! ¡Usted es más fuerte que las naranjas!
—(Con mucha dificultad.) Laa...as uu-vvvass... ¡Oh, siento que me hierve la sangre!



—¡Siga! ¡No se rinda!
—... Ssoonnnn lass ennemmmigggass... natturales... dddee la Luuunnaa.
—¡Bravo! Vayamos al mercado.
—¡Quiero una naranja! ¡Por favor! ¡Quiero ir a la Luna!
—No se rinda, amigo, vamos al mercado por uvas.
—¡Agh! ¡Qué asco! Pero tiene razón, vamos por uvas antes de que sea demasiado tarde.


Música
Los señores Moc y Poc son vecinos y amigos. Uno de ellos toca el violín y el otro, el piano. El señor Moc tiene un perro al que saca a pasear. Cuando el perro está cansado u ocupado en algún asunto, de todos modos el señor Moc sale, pero por otras razones.
El señor Poc coloca un plato con semillas y otro con agua, para que los pájaros coman, se bañen y beban, aunque ha ocurrido que las aves, acostumbradas a temer a los humanos, al ver eso tan confortable sospechan que se trata de una trampa, un hotel carísimo, algo así, y no quieren bajar.
Cuando los señores Moc y Poc van a un zoológico se niegan a pagar la entrada porque sería colaborar (dicen). Se detienen enfrente de cada jaula. Se ponen tristes porque sienten que es una lástima, una gran lástima. Saludan a los animales y, sin querer, se les escapan unos chorritos de amor absurdo, porque nadie supone que los animales aprecien eso, pero la lógica del amor no es la de saberse apreciado, sino que se lo deje correr por las paredes y el patio, como un perro que recibe a su dueño (los perros son maestros del amor contento). Qué más quisieran los chorros del amor que no los critiquen ni los aplaudan, porque ellos de lo que más saben es de bailar en compañía y no de que los miren con ojos de turista.
Los guardias tratan de evitar a los señores Moc y Poc. El director del zoológico hace decir que no está. Cuando se van, lo más probable es que lo hagan pensando que el zoológico es una metáfora de una parte de la vida que tendría que correr como una hormiga loca pero está enjaulada; y de esa otra parte de la vida que envidia y teme a las hormigas que corren como locas, y las enjaulan.



Plop!
Moc y Poc van a un lago, están sentados en una lancha que se está hundiendo.
—¿Me permite hacerle una pregunta?
—Sí.
—¿Todas las cosas se hunden?
—De preferencia las que están en contacto con el agua.
—Me refiero, ¿todos los barcos se hunden?
—Los que no se hunden no.
—Pero nuestra embarcación es de las que se hunden.
—Sí... debemos hacer algo.
—Propongo que averigüemos por qué se hunde.
—De acuerdo. Veamos, ¿qué otras cosas se hunden?
—Las piedras. Uno arroja una piedrita al agua, hace ¡plop! y se hunde... ¿A qué se deberá?
—¿Que haga plop?
—No, que esta embarcación se hunda igual que una piedra.
—Bueno, yo observo que nuestra barca tiene un agujero por el que entra el agua.
—La piedra que yo digo no tiene un agujero pero se hunde.
—(Piensa.)... Pero por este agujero entra agua.
—Por el agujero de la canilla también entra agua en una casa... y no por ello la casa se hunde.
—O sea que hay cosas con y sin agujeros que se hunden, y agujeros que dejan entrar el agua a cosas que se hunden o no.
—Veamos otro ejemplo.
—A mí una vez se me cayó un reloj y también hizo plop.
—No, ejemplos de cosas que se hundan aunque no hagan plop.
—Mi reloj hizo plop y además se hundió.
—¿Sería de piedra?
—No creo. ¿El cuarzo es una piedra?
—Es como arena.
—La arena es como una piedra molida.
—Entonces sí.
—¿Se hunden cosas de todos los tamaños?
—No, sólo si son más pequeñas que el recipiente. Una moneda se hundiría en un vaso, pero este bote no.
—¿Y si pusiéramos ese vaso debajo del bote?
—No conviene, tengo monedas en los bolsillos y se hundirían en el vaso. Por cierto, noto que el agua ha cubierto nuestros pies.
—¿Será que la barca se hunde o que entra el agua? Digo, ¿puede hundirse algo sin que le entre agua?
—(Piensa.)... A la piedra no le entra agua. El hecho de que entre el agua tampoco tiene que ver con que se hunda. ¿Ha notado de qué manera tan silenciosa nos hundimos?
—¿Será que el silencio tiene algo que ver?
—¡O el ruido! Los transatlánticos y esos barcos, que raramente se hunden, tienen grandes sirenas que se oyen desde lejos y no se hunden.
—¡Exacto! El plop que hace una piedra no es ruido suficiente para flotar.
—Permítame arremangar un poco mi pantalón, pues el agua ya lo está alcanzando.
—... Sí (absorto en su pensamiento hace unos dobleces a su pantalón)... pero, nuestra barca es sumamente silenciosa y, sin embargo, se hunde lentamente.
—(Piensa.) Bueno, pero sobre la piedra no hay gente conversando.
—¡Es verdad! O sea que, en el caso de los transatlánticos, al tuuut de la sirena hay que agregarle las conversaciones de los pasajeros...
— ... Y la música de la orquesta, exacto. El peligro de hundimiento es casi nulo: tendrían que detenerse los motores, no sonar la sirena... (con una sonrisa).
—(También sonríe.)... Estar durmiendo todos los pasajeros, incluida la tripulación y los músicos de la orquesta. ¡Algo que, por lógica, es casi imposible que suceda!
—Me sorprende que el reloj, a pesar de su tictac, se haya hundido.
—Quizás se hundió pero no llegó hasta el fondo.
—Verdad... (piensa) jamás hubiera imaginado que el sonido es el responsable de la flotación.
—La naturaleza es sabia.
—¡Caramba! El agua está llegando a mi cintura, y está algo fría por cierto.
—Sospecho que nuestra conversación es insuficiente, como un plop o un tictac.
—¿Cómo hará el agua para diferenciar plops y tictacs de una sirena?
—Por la Física, evidentemente; es la ciencia que se ocupa de esos fenómenos. El agua sigue subiendo... quizás deberíamos hablar de sirenas.
—Una sirena es una mujer con cola de pescado.
—Ulises se hizo atar al mástil para resistir el canto de las sirenas.
—No tengo un solo disco de sirenas cantando.
En ese momento el agua termina de llenar la pequeña embarcación que se sumerge hasta apoyarse suavemente en el fondo, ya que están en una parte poco profunda del lago. El agua sólo les llega al pecho.
—¡Es una maravilla! ¡Ha funcionado!
—Mire, al lado suyo pasa un pez.
—¿Por qué flotan si no hablan?
—Tienen cola de pescado.
—Como las sirenas.
—Exacto.
—Es un buen truco.
Moc y Poc se ponen de pie y regresan caminando a la orilla.




Características
Para que conozcan mejor a los señores Moc y Poc, ponemos a disposición de los interesados estos datos. Marquen lo que sea correcto.
□ Los dos son altos.
□ Los dos son bajos.
□ Moc es alto y Poc es bajo.
□ Poc es alto y Moc es bajo.
□ Bajo es alto y Moc es Poc.
□ Tienen bigotes.
□ No tienen bigotes.
□ Son calvos.
□ No son calvos con bigotes.
□ Son peludos.
□ Son sin bigotes y con pelo calvo.
□ Usan zapatos diferentes para el pie izquierdo y para el pie derecho.
□ Llevan salsa de manzana en los bolsillos.
□ Tienen un pollo cerca.
□ Tienen brillo de la Luna en su patio.
□ Tienen cuatro ojos entre los dos.
□ Tienen la mitad de ocho ojos entre los dos.
□ Apenas tienen dos ojos cada uno.
□ Son muy elegantes.
□ Son muy elefantes.
□ Son herbívoros.
□ Son ricos.
□ Son pobres.
□ Son ni muy muy, ni tan tan.
□ Son ni clan pink, ni tuiiiiiiiiiiiiiiing tannnnng.
□ Son divertidos.
□ Tienen el color de su piel.
□ Son muy viejos.
□ Son muy lejos.
□ Todavía no nacieron.
□ Tienen una edad normal para gente de su edad.
□ Tienen alas.
□ Son sin alas como todo el mundo, menos las aves.
□ Tienen flores en la amabilidad.
□ Parecen tímidos hasta el cansancio.
□ Parecen audaces hasta la coronilla.